El partido había terminado… me senté, contemplé el estadio, sus formas, sus espacios; allá a lo lejos, los espectadores se retiraban, volvían con alegría por el gol y el triunfo. Arriba, las luces de las cabinas de radio, aún en transmisión, prolongaban la fiesta y acompañaban a cada uno a su lugar. Tome aire… y me sentí privilegiado; pensé… en el estadio… quiénes lo pensaron y cómo lo hicieron. No conocía sus caras, sus nombres, su recorrido; olvidados por el tiempo. Y quise saber: ¿Quiénes habrían laburado dando su esfuerzo para levantar el Chateau?, ¿Quién lo dibujó o decidió que fuera lo que hoy me recibía?; ¿Qué manos colocaron el piso, las butacas, las luces? ¿Qué máquinas se usaron? ¿Quiénes lo soñaron? ¿Cómo fue que nació? ¿Cuál era su historia?... Salud, amigas y amigos, doctos; habitantes de esta hermosa tierra. Sean ustedes bienvenidos a este recorrido para saber cómo ese terreno, rodeado de barrancas que acompañaba al río Suquía, es hoy uno de los lugares más referenciales para la ciudad. A 40 años de la aparición del Chateau, es mi deseo compartir esa gesta de esfuerzos y sacrificios que disfrutamos todos los Cordobeses…